Las pipas de toda la vida, las que te comías con tus amigos sentados en el banco de la plaza las tardes de verano, las que vendía tu kioskero y a las que tu madre echaba la culpa de que luego no cenaras. Se llevan elaborando desde hace décadas en Alcázar de San Juan (Ciudad Real) con la experiencia de varias generaciones especializadas en los frutos secos. Están buenísimas. Verás cómo despiertan tu nostalgia.
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