La familia Gordiola lleva haciendo a mano estas piezas únicas de cristal soplado desde el siglo XVIII en un pequeño pueblo de Mallorca, donde cada pieza tarda 6 semanas en producirse. Milagro de nuestra historia industrial el que esta fábrica aún siga viva después de tantísimos años, donde ha perdurado a lo largo de casi tres siglos a través de diferentes generaciones.
Cada pieza es única, por lo que ninguna es idéntica a la otra. Toda burbuja, irregularidad o asimetría son características del vidrio soplado artesanalmente y confieren a estas obras su particular encanto.
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La familia Gordiola lleva haciendo a mano estas piezas únicas de cristal soplado desde el siglo XVIII en un pequeño pueblo de Mallorca, donde cada pieza tarda 6 semanas en producirse. Milagro de nuestra historia industrial el que esta fábrica aún siga viva después de tantísimos años, donde ha perdurado a lo largo de casi tres siglos a través de diferentes generaciones.
Cada pieza es única, por lo que ninguna es idéntica a la otra. Toda burbuja, irregularidad o asimetría son características del vidrio soplado artesanalmente y confieren a estas obras su particular encanto.
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